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La información insalubre I: toma de contacto

La información insalubre I: toma de contacto

1. INTRODUCCIÓN

Atendiendo a una perspectiva histórica y biológica, la transmisión de información se ha mostrado esencial para la supervivencia del ser humano. Le ha permitido adaptarse a diversas condiciones y desarrollar una cultura única en el reino animal. El flujo de información que manejan los seres humanos es muy superior, en cantidad y complejidad, al del resto de seres vivos, hecho que se hace patente en casi todos sus actos volitivos.
Sin embargo, el concepto de información no implica siempre un resultado positivo. Ni  para el receptor, ni para el emisor. Depende de la intencionalidad y capacidad expresiva del emisor, de la captación e interpretación del receptor y de las posibles interferencias que sufra la información durante su transmisión. Éstas, serán mayores cuantos más actores participen en la conducción de un mismo mensaje, pues es casi inevitable que se modifique en ciertos aspectos. De las variables expuestas se deduce que tener más información no es un requisito indispensable para estar "mejor informado", debido a que los mensajes difieren en precisión, veracidad, utilidad, complejidad, etc. Por consiguiente, habrá informaciones no neutrales que afinen el sentido común y el criterio del individuo, mientras que otras pueden mermarlos. En ocasiones, de manera irreversible.
No cabe duda de que la información es relevante por sus consecuencias positivas o negativas sobre el receptor y el emisor, que verán afectados su comportamiento, su capacidad intelectual y hasta su supervivencia. La importancia de la información no es algo nuevo. El engaño, la ruptura de comunicaciones y la persuasión han sido medios comunes para conseguir de los fines deseados. Ello demuestra que "la información es poder" y que, con frecuencia, "la pluma es más fuerte que la espada".
Manejar la información con habilidad (es decir, captarla, procesarla, eliminarla y generarla con destreza), controlar la fuerza y otorgar favores discrecionalmente, son buenos cimientos para mantener el poder. Prescindir de los dos últimos conlleva un riesgo serio de perder el liderazgo. En cambio, ignorar el manejo de la información es un lujo que ningún dirigente se puede permitir.
Hasta la difusión de la imprenta europea, el control de la información hacía un gran hincapié en su bloqueo y ocultación. En el territorio gobernado, gran parte del pueblo llano tenía un acceso muy limitado a informaciones plurales y relevantes, siendo el analfabetismo y el "semiaislamiento" situaciones frecuentes. Con respecto al enemigo, cortar sus comunicaciones y evitar el espionaje eran asuntos de primer orden. Cuando la actuación de la imprenta de Gutenberg se hizo masiva, ocultar y eliminar informaciones empezó a resultar más complicado de lo habitual. En consecuencia, el control se orientó con preferencia a manipular la información existente. Uno de los pioneros en esta nueva estrategia fue Napoleón Bonaparte, auténtico tirano y genio de la estrategia. No sólo organizaba la información recibida con un pragmatismo envidiable, sino que se preocupó por establecer una compleja red de comunicaciones y por manipular a partidarios y adversarios. Para ello, se sirvió de publicaciones con fuerte contenido ideológico y de culto a su persona. Por ejemplo, la conocida "Le Journal de Bonaparte et des hommes vertues". Con menor difusión, las potencias opuestas al régimen napoleónico también ejercieron un papel destacado en el discutible arte de la manipulación. Esto engendró 2 frentes de persuasión: uno, muy cohesionado, en favor de la adhesión al imperio y otro, más o menos atomizado, promotor de la resistencia a los invasores.
En el siglo XX, el control más efectivo de la información corrió a cargo de los sistemas totalitarios; principalmente del soviético, perfeccionado con diversas aportaciones nacionalsocialistas. Las actuaciones se englobaban en dos tipos:
- Manipulación del conocimiento, sobre todo con la desinformación.
- Restricción de la circulación de informaciones no deseadas, merced a una maquinaria implacable de censura y represión.
Los totalitarismos superaron a los absolutismos y otras formas de gobierno tiránicas en el control discriminativo de la información. Su impresionante avance no se remitió a la manipulación más o menos intensa conocida hasta entonces, sino que pretendió una desprogramación y posterior reprogramación de la sociedad, deshumanizando al individuo. Nunca en la Historia se concentraron más esfuerzos por transformar a la persona en una pieza al servicio de la maquinaria gubernamental. Una pieza que, con frecuencia, aceptaba de buen grado su deshumanización. 
Por el contrario, en el mundo democrático la metodología de control informativo se ha orientado en otro sentido. En sus naciones la censura es escasa, pero la manipulación se ha refinado de forma inimaginable, apoyándose en la Ciencia y la Tecnología. El resultado es que un observador más o menos aséptico de un país democrático, encontrará serias dificultades para distinguir lo objetivo de lo subjetivo y lo pervertido. Mientras los regímenes totalitarios emplean técnicas de adhesión groseras, como la repetición machacona de eslóganes y la exaltación de valores impuestos, las democracias han afilado sus estrategias de un modo sibilino. Es típico que actúen en múltiples frentes insospechados, camuflen sus técnicas manipuladoras con habilidad, se amparen en la libertad para minarla desde dentro, etc. Muchas de las manipulaciones informativas tienen el mismo fundamento que las totalitarias y, sin embargo, parecen diametralmente opuestas.
Ante este alud informativo, el receptor siempre resulta dañado en mayor o menor medida. Se muestra indefenso ante el arma más poderosa de todas. Un arma que no busca tanto el miedo como el control del pensamiento. Un arma que se aprovecha de las capacidades cognitivas del ser humano, aquellas que la evolución perfeccionó para su supervivencia. Por si esto fuera poco, la información tiene otro efecto deletéreo: el del "engaño involuntario", debido a confusiones e imprecisiones de diversa naturaleza. En las sucesivas partes de este artículo se estudiará la información insalubre, la forma en que lesiona la salud mental, sus variedades y algunas técnicas para evitarla en lo posible.

 

 

2. TIPOLOGÍA DE LA INFORMACIÓN INSALUBRE

Estudiar las variedades de la información insana -o tal vez menos objetiva de lo deseable- reviste una gran complejidad. Hay muchos abordajes posibles y ninguno es del todo satisfactorio. Algunos generalizan demasiado, mientras que otros ganan en especificidad pero olvidan matices indispensables. Esta parte del ensayo tampoco va a ser perfecta, sólo se remitirá a ofrecer una perspectiva particular del asunto. En este caso se adoptará un criterio de responsabilidad identificable. Es decir, según sea atribuible la causalidad del fenómeno a uno o varios agentes concretos, o no lo sea puesto que todos participaran en ella de distinta forma y sin coordinación.

 

2.1. Problemática informativa con responsabilidad identificable

Se diferencian 2 categorías según la intencionalidad del emisor: negligencia y manipulación.

 

2.1.1. Negligencia

Invirtiendo un mínimo esfuerzo en comprender y contrastar la información que brota de los medios, es fácil apreciar un buen número de desaciertos. Desde simples faltas ortográficas o de pronunciación, hasta dislates de dimensiones inconcebibles. Los fallos por incompetencia no suelen acarrear consecuencias graves aunque, a veces, consiguen desfigurar por completo el mensaje, generando problemas de diversa índole. Afortunadamente, los responsables de los medios suelen corregir los errores de bulto con celeridad, lo cual es de agradecer.
La negligencia se origina de 2 maneras: por la poca profesionalidad del emisor o por la urgencia que requiere dar la noticia antes que la competencia. En realidad, una imprecisión por exceso de premura informativa es una falta de profesionalidad evidente. No obstante, se ha creído conveniente desgranar una de otra por la justificación económica que tienen aquellos errores debidos al apremio en "dar informaciones calientes". Es lógico pensar que un ligero retraso en la difusión de las noticias importantes puede acarrear serias desventajas para los medios rezagados. Aparece pues, un cierto conflicto entre asegurar la fiabilidad de la noticia y satisfacer la necesidad del consumidor. Esta situación especial no se da en los otros equívocos derivados de la falta de profesionalidad. En ellos, la exculpación no suele tener tanto peso, si es que tiene alguno distinto del de la falibilidad humana. Estudiaremos cada caso en profundidad:

A. Negligencia por falta de profesionalidad
Es muy posible que sea la más abundante desde un punto de vista cuantitativo y se debe a una gran diversidad de factores relacionados con la incompetencia. Pueden localizarse en cualquier operación del procesamiento de la información. Entre estos, destacan:
a. Dedicación insuficiente
Aparece cuando el reportero acude al lugar de la noticia pero no permanece el tiempo necesario para recoger la información idónea. Este fenómeno se observa a menudo en las conferencias, congresos, etc., donde algunos profesionales permanecen en la sala durante escasos minutos. De este modo, es fácil que recopilen informaciones incompletas y/o poco fiables. En ocasiones, los interfectos ni siquiera entran en la sala. Sólo preguntan a los asistentes o toman datos de algunos folletos y carteles con tal de no entrar a escuchar a los ponentes. Son notorios los casos sangrantes en los que se comentaron con pelos y señales eventos inexistentes, ya que fueron suspendidos a los pocos minutos de su inicio.
b. Elección errónea de la fuente informativa
En muchos casos no hay una amplia gama de opciones de donde tomar la información, como ocurre con las agencias de noticias, que son limitadas en número. En otras ocasiones, los periodistas tienen acceso nulo o restringido al origen la noticia, lo que les obliga a conformarse con una información de 2ª mano. Sin embargo, es muy frecuente que escojan una fuente inapropiada que podría haberse evitado: un individuo -grupo u organismo- inexperto en la cuestión; una fuente tendenciosa que no identificaron como tal; una fuente más accesible pero de peor calidad, etc.
c. Incomprensión de la información
Se debe a que el profesional se enfrenta a un tema que escapa a sus conocimientos. Cuando esto ocurre, es posible que plasme la noticia de forma somera y/o plagada de errores. Este tipo de negligencia es típica en aquellos asuntos que requieren cierta especialización. Por ejemplo, en los de carácter científico.
d. Fallos memorísticos
Se originan cuando la noticia no es tomada íntegramente de la fuente, sino que se extracta y completa en otro lugar. Si no se ha captado o plasmado con acierto y la memoria no acompaña, es posible que se desvirtúe la esencia del mensaje. La incompetencia por retención inadecuada ha ocasionado conflictos bastante graves y motivado que no pocos personajes de interés público se nieguen a conceder entrevistas a reporteros que no estén acompañados de sistemas de grabación.
e. Razonamientos anómalos 
Surgen al redactar la información obtenida y a menudo son difíciles de detectar incluso para los supervisores, pues no es raro que adopten un aspecto bastante coherente. Sus peores consecuencias son que conducen a conclusiones falsas y que pueden inducir a que se presuponga un acto de mala fe por parte del informador. A continuación se exponen 2 ejemplos ilustrativos:
El 1º hace referencia a un texto mal cohesionado, expuesto por R. G. Damborenea a título de desenmascarar un error argumental. Es el siguiente:
"No se puede decir que los sacerdotes católicos carezcan de responsabilidad en la guerrilla nicaragüense. Todos los revolucionarios de la región son católicos, como los sacerdotes. Es muy probable y más que probable que los sacerdotes sean revolucionarios marxistas, por los que no se les puede considerar inocentes en este conflicto".
A simple vista parece un argumento sólido, pero el error queda al descubierto al desgranarse las premisas de la conclusión:
Premisa 1ª: "Todos los revolucionarios de la región son católicos".
Premisa 2ª: "Todos los sacerdotes de la región son católicos".
Conclusión: "Luego, todos los sacerdotes de la región son revolucionarios".
El fracaso argumentativo radica en que la conclusión no se obtiene de las premisas, pues la 1ª no hace alusión a los sacerdotes. Pese a ello, se emplea para sustentar una conclusión torpe, al ser evidente que entre los católicos habrá revolucionarios y no revolucionarios. Además, el subconjunto católico sacerdotal no tiene por qué coincidir con el subconjunto católico revolucionario.
El 2º ejemplo muestra un razonamiento anómalo más fácil de detectar. En éste sólo hay una premisa, la cual no avala la conclusión del argumento, veámoslo:
"Desde que se instaló la central nuclear a orillas del río, su biodiversidad ha descendido un 30%. Es obvio que el agua procedente del sistema de refrigeración se está vertiendo a una temperatura superior a la legalmente permitida".
En este caso, se atribuye una ilegalidad a la central de forma gratuita. Por si fuera poco, se afirma -sin venir a cuento- que dicha irregularidad es la causa de que merme la biodiversidad del río. El error está en confundir relación con causalidad. Por desgracia, esta modalidad de razonamiento erróneo es bastante común en los medios, a pesar de su escasa dificultad para evidenciarla.
La orquestación de argumentos a partir de razonamientos espurios procede a menudo de los prejuicios, lo cual implica que, en cierta medida, muchos puedan considerarse actos de manipulación involuntarios.
f. Fallos en la supervisión y corrección
En los grandes medios de comunicación, la culpa de una negligencia no debe recaer siempre en el autor de la misma pues debería tener por encima a alguien que se haga cargo de su corrección. En ocasiones el supervisor teme enmendar al articulista u orador, o bien deposita una confianza ciega en él. Otras veces, sencillamente no revisa el escrito, ya sea por falta de tiempo, pereza, etc. Ahora bien, no hay que descartar que el remedio sea peor que la enfermedad. Es decir, que su corrección empeore -o no mejore- la situación.
g. Otras actuaciones negligentes
Son muy diversas por lo que enumerarlas todas superaría los objetivos del artículo. Destacan: captación del mensaje en una situación inapropiada (ruido de fondo, mala visibilidad, etc.), faltas ortográficas independientes del reportero, emisión de imágenes que no se corresponden con la información oral o escrita, problemas en la recepción audiovisual, etc.

B. Negligencia por premura informativa
El ansia por dar la última noticia antes que la competencia es una de las principales causas de errores involuntarios. Por ejemplo, al elegir una fuente de peor calidad, no contrastar informaciones, intentar cubrir demasiados eventos en poco tiempo, hacer una revisión ortográfica apresurada, etc. Hay noticias erradas en las que puede alegarse cierta justificación económica (ya comentada) pero en otras, dicha exculpación no es admisible. ¿La razón?, que la noticia ha quedado tan deformada que hubiera sido preferible abstenerse de publicarla, pues es imposible extraer conclusiones válidas del mensaje.

 

En la siguiente parte se continuará con la manipulación informativa, un aspecto más complejo y polémico que la simple negligencia.

 

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